miércoles, 30 de abril de 2014

Huellas de un día mundial



Los obreros cubanos se sumaron desde sus inicios a las celebraciones por el Día Internacional de los Trabajadores. Con la Revolución devendría gigantesca celebración cívica y patriótica en apoyo a las más nobles causas del país y del mundo

Luis Hernández Serrano 
La propuesta de celebrar el Día Internacional de los Trabajadores surgió hace 130 años, en 1884, como acuerdo de una organización estadounidense que poco después se llamó Federación Americana del Trabajo. Gracias al incremento de las movilizaciones obreras para formalizar esa conmemoración, la idea se concretó el Primero de Mayo de 1886 en una importante huelga masiva y en numerosas manifestaciones en las calles que demandaban su generalización.
Muchos trabajadores inmigrantes de Europa alcanzaron una notable organización en la ciudad industrial de Chicago, donde actuaba con vigoroso desarrollo el movimiento obrero y sindical más pujante de la época, que enfrentaba allí una elevada corrupción del Gobierno, vinculada con el hampa (delincuentes que viven al margen de la ley). Era, además, el lugar donde tenía su sede la célebre agencia privada de detectives Pinkerton, protectora de los más encapotados dueños de negocios, represiva, provocadora, instigadora de acciones antiobreras y creadora de grupos rompehuelgas.

Los diarios burgueses se dedicaron a barrer cualquier brote de protestas obreras encaminadas a implantar la jornada de trabajo de ocho horas, en una época en que lo normal eran 16.
Cuando los obreros de una importante fábrica protagonizaron un paro, fueron lanzados a la calle sin empleo y sin sueldo. Se amotinaron alrededor de su centro laboral, la policía los atacó y murieron seis trabajadores.
Para protestar contra el crimen, denunciar los atropellos y continuar las demandas laborales, se reunieron en una plaza de Chicago 15 000 hombres y mujeres, y varios oradores exigieron justicia. Era el 4 de mayo. Casi al término de la protesta, cerca de 200 policías, ya de noche, intentaron dispersarlos, y una bomba lanzada por una persona, cuya identidad nunca se ha conocido, cayó entre los agentes, hirió a varios y uno de ellos murió. El cuerpo armado disparó contra los trabajadores y golpeó salvajemente a numerosos de ellos, con un saldo de heridos graves y algunos muertos.
Más tarde se dio la orden de detener a ocho trabajadores que consideraron culpables del atentado con la bomba. Se dio el caso de detenidos que no estaban en el sitio de los sucesos, como los principales dirigentes y propagandistas obreros de Chicago, al tiempo que en todo el país se desató una enorme represión contra las organizaciones sindicales y sus simpatizantes.
A esto siguió un proceso judicial fraudulento, amañado y cargado de arbitrariedades, que determinó la condena a muerte de siete de los acusados. A dos les conmutaron la pena por cadena perpetua y a uno lo condenaron a 15 años de prisión.
Sorpresivamente, Louis Lingg falleció en la cárcel y dijeron que se había suicidado. El 10 de noviembre de 1887 murieron ahorcados Albert Parsons, August Spies, George Engel y Adolph Fisher.
En 1893 los aún encarcelados tuvieron que ser liberados por anulación del juicio ante falta de pruebas.
El Congreso de la II Internacional, celebrado en 1889 en la capital francesa, convocó a una acción coordinada de los trabajadores del mundo para el Primero de Mayo de 1890, a manera de recordación de los movilizados en 1886 que demandaban las ocho horas de trabajo y otras reivindicaciones.
A fines de abril se libró la convocatoria en Cuba, y ante el pánico de los colonialistas españoles de La Habana, más de 3 000 trabajadores rindieron homenaje a los mártires obreros en un combativo desfile en el actual Parque de la Fraternidad, entonces la Plaza de Marte, por las calles Monte, Galiano, San Rafael y Consulado, hasta llegar a Virtudes.
Como las fuerzas represivas coloniales se congregaron enseguida, la movilización y la concentración allí fueron pacíficas, pero no dejaron de plantearse numerosas demandas y de denunciar distintos atropellos.
Pronto el Primero de Mayo tomó cuerpo entre los trabajadores de distintas partes del mundo, de América Latina y de Cuba en particular.
En La Habana, en 1891, se efectuó un hermoso acto en el Teatro Irijoa (hoy Martí), y se organizaron manifestaciones en puntos de Camagüey y otras partes de Cuba, como también ocurrió en varios países.
Durante el siglo XX en nuestra Patria se generalizaron los actos por el Primero de Mayo, y en Estados Unidos, por temor a su evidente contenido político, se pasó la fecha para el primer lunes de septiembre como Día del Trabajo (Labor Day), para desviar su sentido original.
En Cuba, durante la República Neocolonial, de 1902 a 1958, se registraron actos de alta relevancia. En el de 1919 se exigió el fin de la intervención extranjera en Rusia, donde en octubre de 1917 había triunfado una Revolución socialista.
No puede olvidarse el acto cubano realizado en 1925, en el denominado Nuevo Frontón, hoy sede de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), en el que hablaron Alfredo López por la Federación Obrera de La Habana y Julio Antonio Mella, quien denunció con firmeza al recién electo presidente Gerardo Machado y lo comparó con el cabecilla fascista italiano Benito Mussolini.
Ese mismo año una nutrida representación del proletariado del municipio habanero de Regla celebró un acto en la Colina Lenin, así llamada como tributo de recordación al líder revolucionario fallecido en 1924.
La unidad obrera y estudiantil se evidenció en 1930 con la huelga general del 20 de marzo y la manifestación de los estudiantes del 30 de septiembre, movilizaciones que consolidaron el principio del fin de la tiranía machadista. Aquel año la represión gubernamental provocó varios muertos y heridos.
En 1935 ocurrió la última acción de la Revolución del 30. La Huelga de Marzo fue reprimida brutalmente por los militares encabezados por el llamado «hombre fuerte» del imperialismo en Cuba, Fulgencio Batista.
Y en 1937 se organizaron y movilizaron los representantes del movimiento obrero y sindical en nuestra Patria. Ellos sentaron las bases para la constitución, en 1939, de la Confederación de Trabajadores de Cuba, acción que sirvió, además, para lanzar nuevas demandas políticas, sindicales y solidarias con los trabajadores y pueblos de España y Etiopía, agredidos por el fascismo.
Fue 1945 el año de mayor celebración en Cuba —antes de 1959— del Primero de Mayo. En ese período se generalizó en nuestro país el reclamo de unidad y paz de todos los trabajadores cubanos y del mundo. En total, los diferentes sectores obreros y sindicales proclamaron más de cien demandas, entre ellas aplicar los postulados de la Constitución de 1940.
Luego del zarpazo batistiano del 10 de marzo de 1952, el movimiento obrero y sindical más progresista y revolucionario fue apoyado por la FEU para efectuar el acto en el Estadio Universitario de La Habana.
Ya Fidel y sus compañeros estaban en la Sierra Maestra, la cruenta y permanente represión de la tiranía impidió las tradicionales movilizaciones abiertas de los trabajadores, aunque se realizaron algunas y fue notable la de Cabaiguán, en Sancti Spíritus.

Tras 1959

Luego del Primero de Enero de 1959, estas celebraciones obreras se realizaron por todo lo alto. En ese año se hizo un desfile colosal, iniciado por la mañana y clausurado en la madrugada del día siguiente. Quedó así inaugurada como escenario de actos de masas la llamada Plaza Cívica, devenida en 1961 Plaza de la Revolución José Martí. Habló el entonces Comandante Raúl Castro Ruz, pues Fidel estaba de viaje de trabajo por el continente americano.
Aquel año presidió el acto por el Primero de Mayo en Camagüey el Comandante Camilo Cienfuegos, y en Santiago de Cuba, el Comandante Ernesto Che Guevara.

Intervenciones de Fidel

Desde 1960 hasta 1975 en el Primero de Mayo tuvo gran presencia la lucha vietnamita, ese último año se dedicó a la reunificación del país hermano. Y a partir de ese momento y durante una década, se enarboló la lucha internacionalista de Angola.
Fidel habló en numerosos actos del Día Internacional de los Trabajadores, en La Habana. En 1981 el tradicional desfile adquirió la forma de marcha del pueblo combatiente, nacida un año antes, donde se sumó, a la representación sindical, la participación del pueblo.
De 1991 a 1993, en pleno período especial, por los complejos problemas y dificultades del transporte, se generalizó la experiencia del paso masivo de participantes en bicicletas, demostración de la resistencia popular y en defensa de la Patria, la Revolución y las conquistas del Socialismo.
En 1994 y 1995 los actos por la sagrada fecha obrera y sindical no se realizaron en la Plaza de la Revolución, pero sí en los municipios. Y en ese año 1995 en el desfile de La Habana Vieja participaron los centros de trabajo de la capital cubana, con la presencia del General de Ejército Raúl Castro Ruz, entonces Segundo Secretario del Partido.
En 1996 se clausuró el XVII Congreso en la histórica Plaza capitalina y el desfile concluyó con una gran caballería mambisa en homenaje al centenario de la caída en combate de Antonio Maceo.
Fidel clausuró el acto en la Plaza en 2000 —que allí y en todo el país se organizó como Tribuna Abierta— y al concluir se inició una gigantesca marcha desde el lugar hasta la Oficina de la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba en reclamo a la devolución del niño Elián González.
La actividad en todo el país fue  una combinación de marchas y tribunas abiertas simultáneas, y distintos actos en cada comunidad para conmemorar, a su vez, el aniversario de la primera celebración mundial de la fecha. En esta ocasión el Comandante en Jefe dio lectura a la ya histórica definición de 15 conceptos que encierran la esencia de una Revolución.
Fuentes: Semanario Trabajadores, 21 y 28 de abril 2003, y archivo de Juventud Rebelde.

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