viernes, 10 de mayo de 2013

Sobre mentiras y disidentes

Por: Osmany Sánchez (jimmy@umcc.cu)
Está demostrado que las mejores soluciones salen del debate, del intercambio de ideas, escuchando con respeto los criterios de los demás y expresando los nuestros con franqueza. En esta nueva Cuba que estamos construyendo y por la que estamos trabajando, no podemos excluir a alguien por sus ideas, sin importar su posición ideológica.
Tuve la oportunidad de estar en muchas de las reuniones realizadas para la discusión de los lineamientos, tanto aquí en la Universidad como en los barrios y puedo asegurar que todo el mundo tuvo libertad total para expresar sus criterios, de hecho la única “orientación” que se le dio a los que estaban al frente de cada una de esas reuniones era que copiaran TODOS los criterios y que NO se podía explicar y mucho menos rebatir algunos de los criterios emitidos.
Cuando alguien expone un criterio de manera honesta, debemos escucharlo, no importa si ideológicamente está o no en sintonía con lo que pensemos. Si la persona es honesta, es muy difícil que su objetivo no lo sea. En ese caso es mucho más importante el debate pues detrás de esa posición puede haber resentimiento o desinformación y la persuasión es una de las mejores armas de un revolucionario.
Es ilógico pensar que en Cuba el 100% de la población esté de acuerdo con todas las medidas que toma el gobierno. La misma medida que puede beneficiar a una mayoría al mismo tiempo puede perjudicar a una minoría y esta también es parte del pueblo y por lo tanto debe ser tomado en cuenta. Oponerte a una medida, sin embargo, no quiere decir necesariamente que te opones al gobierno y mucho menos al sistema.
Al menos en mí caso lo que define a una persona no es cómo piense sino cómo actúe. No puedo respetar a quien cobre un salario del gobierno de los Estados Unidos por caminar por las calles, por escribir noticias tergiversando la realidad cubana, o lanzando al mundo sin el menor pudor noticias –mentiras- que afectan la imagen de este país. Me refiero por ejemplo a un supuesto ataque con armas de fuego a un auto diplomático.
Muchas veces me han preguntado si yo no creo que existan opositores que no reciban dinero. No soy yo quien debe demostrar que existen algunos que no cobran por sus acciones, son ellos quienes lo deben demostrar y hasta ahora no lo han logrado. Por una parte Estados Unidos hace pública la partida millonaria que tiene destinada para sus empleados dentro de Cuba y por otra están los cheques firmados por ellos que se han hecho público.
Cómo respetar a alguien que participe en las elecciones de los Estados Unidos votando en la Oficina de Intereses de ese país en Cuba, a los que simulan huelgas de hambre mientras se alimentan a escondidas, o a los que dicen ser víctimas de una cruel golpiza y a las 24 horas no tienen marcas que lo demuestren. Cuando la mentira se convierte en algo recurrente es evidente que faltan los argumentos.
La reciente gira mundial que están realizando algunos de los más publicitados “disidentes” ha servido para desinflar –aunque la gran prensa se empeñe en ocultarlo- a más de una de estas figuras. Se dicen y se desdicen en dependencia del público presente. Si quieren aparentar ser de centro, entonces dicen no estar de acuerdo con el bloqueo a Cuba y abogan por la libertad de los Cinco. Si son criticados por esas declaraciones pues salen corriendo a decir que estaban bromeando. A esto le podemos sumar que sin sonrojarse siquiera, reciben premios y se reúnen con terroristas.
Durante más de cincuenta años los distintos gobiernos de los Estados Unidos han hecho lo imposible por destruir la Revolución cubana y para ello han acudido a cualquier medida, desde el terrorismo y el sabotaje hasta al más criminal de los bloqueos. No puede aportar nada bueno al futuro de Cuba quien sea apadrinado por ese gobierno.
Estoy convencido de que son muchas las cosas que hay que cambiar en Cuba. Hay que acabar por concretar el ya famoso cambio de mentalidad, eliminar el burocratismo, la corrupción, la apatía, etc, pero la solución a esos problemas está dentro del propio socialismo, no fuera de él.

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